lunes, 19 de noviembre de 2012



Un viaje de mil millas empieza con un paso…


La última vez que “El Pirata” surcó los mares del este lo hizo a sabiendas de que tardaría mucho tiempo en recorrer de nuevo sus cálidas aguas. Tal vez fuera esa la razón que dibujaba en sus ojos un halo de melancolía, pero la decisión estaba tomada y “El Pirata” no era hombre de arrepentimientos. Atrás quedaban sus peripecias por el mar del norte, dónde bailarinas de largas melenas danzaron para él noches enteras; sus aventuras con las tribus indígenas que jamás ningún imperio conquistó y sus duelos a muerte con los “perros obedientes” de sus majestades los Reyes de Castilla, de los cuáles siempre salía victorioso.
Antes de abandonar la cubierta recordó  los cantos que,  entorno a una botella de ron, servían como celebración por los botines que la vida le había ido brindando; las charlas con los viejos camaradas marineros que habían compartido sus viajes y el sonido de aquel tambor oxidado que tanto le gustaba tocar. Pero por extraño que pareciera,  todos esos momentos no hacían más que recordarle el motivo de su inexorable partida, empujándolo como el viento desatado que hincha las velas en los días de tormenta y que, pese a retorcer cada rincón de la nave con su fuerza, ayuda a sus tripulantes a alcanzar el deseado sosiego de mares más tranquilos.
La voz de uno de los grumetes alertó del momento del desembarco, y el ruido ensordecedor del ancla resonó en su cabeza como un cañonazo que devuelve al marinero a la crueldad de la batalla. Sabía que era la travesía más difícil y peligrosa a la que se había enfrentado, y de la que probablemente jamás volviera…
… sin embargo “El Pirata” sonrío pícaramente y, convencido de ganarle la partida al destino por enésima vez, dió de nuevo el primer paso …


Este articulito previo a el inicio del viaje esta escrito desde Valencia por Fran, pionero y diseñador del blog

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